Fueron largos días y noches, tal vez semanas, meses. La pena era indescriptible. No recordaba del todo mis actos, pero sí sabía que habían sido graves.
Uno de esos días, decidí volver, creí que era hora de enfrentarme a mis problemas en lugar de ocultarme y esquivarlos. Fácilmente disfracé mi ausencia (como tantas otras cosas), excusándome, "necesitaba un poco de aire para reflexionar". Sacrifiqué mi orgullo, lo valía, sin lugar a dudas. ¿Qué sería de mi sin esa persona? El solo recordar mis días de exilio me hace estremecer. Hoy puedo decir que he vuelto a mi vida normal, pero fue una experiencia de esas que no se olvidan, que te hacen más fuerte, más maduro, que te ayudan a comprender lo corta que es la vida.
Nuestra vida es sólo un segundo más en este enorme universo, y aunque mi vida dure un segundo, el haberte conocido quedará en mi memoria por toda la eternidad.
Nuestra vida es sólo un segundo más en este enorme universo, y aunque mi vida dure un segundo, el haberte conocido quedará en mi memoria por toda la eternidad.
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